[kulashaker.lp]

Página personal: un poco de esto y de aquello.

sábado, agosto 28, 2004

Ahora es adios, al menos hoy....

A veces hay que dar un paso atrás para luego dar dos hacia adelante... bueno o algo asi. El asunto queridos lectores es que por más que rueguen y supliquen van a tener que esperar bastante para que actualice la página. Estoy dedicando mi tiempo a cosas más importantes, por ejemplo buscar una salida a este mundo sin sentido y lleno de injusticias. No creo que logre nada, pero nadie ni nada me impide a (por lo menos) intentarlo. Quien sabe, hasta aprenda algo en el camino. Hasta siempre, adio

jueves, julio 29, 2004

Sin palabras


Todos seguramente tenemos esos días en los que nos levantamos cansados, sin ganas de hacer absolutamente nada más que mirar el techo y ver como el tiempo pasa lentamente. Días en los que nuestra mente se pone en blanco, en los que no logramos hilvanar un concepto que pueda ser considerado siquiera semiracional. Hoy mis queridos lectores lamentablemente (para ustedes) estoy en unos de esos días. Apáticos si se los quiere llamar de alguna manera (vicio humano de nombrar a todas las "cosas" con un nombre singular, particular). Por eso sólo los dejo con una frase que me gusta mucho, aunque no me acuerdo de donde la saqué o si es la cita de algún personaje histórico. Probablemente los que me conocen un poco se darán cuenta que refleja mi actitud hacia la vida (se que puede parecer penoso que una simple sucesión de letras me describa a la perfección, pero estoy seguro que a muchos otros les debe pasar). Basta de tantos preámbulos, he aquí la cosa esa (otro vicio humano de llamar a todo "cosa", ejemplo de sinónimo universal si los hay):

"Habla poco de lo que sabes, y nada de lo que no sabes"

Pocas y sabias palabras. Sé que no es Ghandi ni Shakespeare pero algo es algo. Pueden tomarlo como un consejo de parte mía para con este país lleno de gente que habla mucho, dice poco y nada hace (quien quiere oir que oiga versaba una canción...)
Agotada, superda mi fugaz capacidad creativa y de paso para no aburrirlos tanto( mucho más de lo que seguramente ya estan) me despido y vuelvo una vez más a poner en el frezzer mi cerebro. Hasta siempre (o nunca o más precisamente hasta que se me de la gana). Adio...

miércoles, julio 07, 2004

La segunda vez es mejor (prometo)

1010etgarkeret

Luego de casi un mes y medio publique mi primer post. El parto fue largo, doloroso y no estoy muy satisfecho con los resultados. Pero lo hecho, hecho esta...igualmente creo (citando a un ex presidente que si la democracia funciona correctamente nunca más tendremos en ningún cargo importante) que este site esta condenado al éxito.
En esta oportunidad quería acercarles un breve cuento de Etgar Keret (mirar foto), un escritor y cineasta israelí. La historia se titula "el chofer que quería ser Dios" y proviene justamente del libro homónimo (pido permiso y de paso disculpas a la editorial emecé por "robar" algo que les "pertenece"). Agradezco a mi hermanito Pablin por regalarme el libro.

Este cuento es sobre un chofer de autobús que no estaba dispuesto a abrirle la puerta a la gente que se retrasaba. No estaba dispuesto a abrirle la puerta a nadie. Ni a los chichos del secundario que corrían paralelo al autobús y le clavaban tristes miradas; ni menos aún a la gente nerviosa con camperas militaresq eu golpeaban con fuerza la puerta, como si ellos hubiesen llegado a tiempo y fuese él el que estaba en falta; ni siquiera a viejecitas cargadas con bolsas de papel marrón repletas con las compras, que le hacían señas con mano temblorosa. Y no era por maldad que no abría la puerta, porque este chofer no tenía ni una pizca de malvado: era por ideología. La ideología del chofer decía que si, supongamos, la demora en subir de alguien que se había atrasado era de apenas medio minuto, y la persona que se quedaba fuera del autobús perdía por ello un cuarto de hora, seguía siendo más cpnveniente para la sociedad no abrirle la puerta, porque ese medio munito lo perdía cada uno de los que viajaban en el autobús y si, supongamos, en el autobús había unas sesenta personas que no habían hecho nada malo y que habían llegado a sus respectivas paradas a tiempo, entonces perdían todos juntos media horam que el doble de un cuarto. Ésa era la única razón por la que no le abría la puerta a nadie. Sabía que los que viajaban no tenían ni idea de esta razón, ni tampoco los que corrían tras él haciéndole señas de que abriera. También sabía que la mayoría de ellos pensaba que él era sencillamente un hijo de puta y que en lo personal le resultaba mucho, mucho más fácil dejarlos subir y recibir agradecimientos y sonrisas.Sólo que si debía elegir entre los agradeciemitnos y las sonrisas por un lado y el bien de la sociedadpor el otro, el chofer prefería esto último.
La persona que supuestamente padecía más esta ideología del chofer se llamaba Edi, pero él, a diferencia de los otros personajes del cuento, ni siquiera intentaba correr tras el autobús, de tan haragán y pusilanime que era. Ese Edi era ayudante de cocina en un pub-restauramte que se llamaba Bar-Athos, por el mejor juego de palabras que su estúpido dueño había logrado encontrar como nombre. La comida del luegar no era gran cosa, pero Edi era una persona muy amable, tan amable que a veces, cuando un plato no le salía especialmente bien, lo llevaba en persona a la mesa y se disculpaba. Fue en una de esas disculpas que encontró la Felicidad, o al menos la posibilidad de la Felicidad, abjo la forma de una chica tan simpática que trató de comer toda la carne asada que le había preparado, para que él no se sintienra mal. Esta chia no quiso decirle el nombre ni darle su número de teléfono, pero fue lo bastante dulce como para aceptar encontrarse con él al día siguiente a las cinco, en algún lugar a determinanr, en el delfinario, para ser más exactos.

Edi tenía una enfermedad, una enfermedad por la que se le había arruinado muchas cosas en la vida. No era el tipo de enfermedad que te hace crecer pólipos o ese tipo de cosas, pero sin embargo ya le había causado mucho daño. Esta enfermedad provocaba que él durmiera siepre diez minutos de más, y no había despertador que pudiera con ella. Por eso siempre llegaba tarde al trabajo en el Bar-Athos: por eso y por nuestro chofer, que siempre prefería el bien de la sociedad por sobre los argumentos a favor del individuo. Sólo que esta vez, puesto que se trataba de la Felicidad, Edi decidió vencer la enferemedad y, en lugar de dormir al mediodía, quedarse despierto mirando televisión. Para mayor seguridad se puso, no uno, sino tres despertadores en cadena, e incluso solicitó el del servicio telefónico. Pero su enfermedad era de difícil curación y Edi durmió como un bebé frente al canal infantil y se despertó todo transpirado por el girto ensordecedor de mieles de despertadores, diez minutos demasiado tarde. Salió a la calle con la misma ropa con la que había dormido y comenzó a correr en dirección a la parada del autobús. Ya no recordaba cómo se corría, y los pies se confundían un poco cada vez que bajaba la vereda. La última vez en su vida que había corrido había sido antes de descubir que podía escapartse de las clases de gimnasia, aproximadamente en sexto año, sólo que a diferencia de esas clases de gimnasia, esta vez corría con tdoas sus fuerzas porque ahora también tenía algo que perder, y todo el dolor en el pecho y todos los silbidos de los Noblesse no eran nada en su carrera tras la Felicidad. Todo era en realidad insignificante para él, todo salvo nuestro chofer que acababa de cerrar la puerta y comenzaba a dejar la parada.El chofer vió a Edi por el espejo, pero como ya dijimos, tenía una ideología fundada en la lógica que, por sobre todo, se basaba en la justicia y el cálculo simple. Pero a Edi ese cálculo no le importaba; era la primera vez en su vida que realmente corría para llegar a tiempo y por eso siguió persiguiendo el autobús aún cuando no tenía niguna chance de alcanzarlo. súbitamente su suerte decidió ayudarlo, pero sólo a medias, porque cien metros despúes de la parada había un semáforo, y el semáforo, un segundo antes de que llegara el autobús, se puso en rojo. Edi logró alcanzar el autobús y arrastrarse hasta la puerta del chofer. Ni siquiera golpeó el vidrio, de la poco fuerza que le quedaba, sólo miró al chofer scon ojos humedecidos y cayó de rodillas, agotado y sin aliento. Esto le Recordó algo al chofer algo del pasado, de una época en que aún no conducía autobuses, de cuando todavía quería ser Dios. Este recuerdo era un poco triste porque al final el chofer no se había vuelto Dios, pero también era alegre, porque terminó siendo chofer de autobuses, que era lo segundo que más deseaba. Y de pronto el chofer recordó que una vez se había prometido a sí mismo que, si finalmente llegaba a ser Dios, sería clemente y misericordiosos y escuhcaría a todas sus criaturas, y cuando vio a Edi, desde las alturas de su asiento de chofer, de rodillas sobre el asfalto, sencillamente no aguantó más y a pesar de toda la ideología y el cálculo simple, le abrió la puerta y Edi subió y ni siquiera dijo gracias de tan exhausto que estaba.

Conviene dejar de leer este cuento aquí, porque aunque Edi llegó al delfinario a timepo, al final la Felicidad no pudo llegar porque ya tenía novio. Pero de tan amable que era, no quiso decírselo para no ofenderlo, y por eso había preferido dejarlo plantado. Edi la esperó en el banco convenido durante casi dos horas. Mientras estuvo sentado, pensó cosas deprimentes sobre la vida y después también observó el atardecer que fue relativamente hermoso. Y se acordó de los calambres musculares que iba a tener dentro de poco. De regreso, una vez que decidió volver a su casa, vio desde lejos el autobús detenido en la parada mientras bajaban los pasajeros, y supo que incluso de haber tenido la fuerza y el deseo de correr, jamás lo habría alcanzado. Entonces siguió caminando lentamente, sintiendo a cada paso un millón de músuclos cansados, y cuando al final llegó a la parada, el autobús todavía estaba ahí esperándolo, y el chofer, a pesar de los murmullos de irritación y los gritos de súplica de los pasajeros, esperó a que Edi subiera y no tocó el acelerador hasta que él encontró un lugar donde sentarse. Y cuando empezó a andar, le lanzó a Edi una mirada tan triste por el espejo, que hasta logro que todo el asunto le resultara casi soportable.



78 Eso fue sólo una muestra de lo raros (e incluso porno) que son los cuentitos de este libro. Para más información o más de estas histórias comprense el librito o pidanmelo prestado cuando lo termine (esto último sólo va para los cada vez menos amigos que me quedan). Basta de palabras que ya estoy aburrido... hasta la próxima, adio.

El comienzo (al fin)

La idea de llevar una especie de diario en internet se la debo a mi querido hermanito Pablo y su proyecto de datos. Es inútil que prometa escribir diariamente porque no tengo constancia para este tipo de cosas.El estar ocupado casi todos los días de la semana tampoco ayuda mucho...
En fin bienvenidos a esta página, en la cual encontraran cosas poco interesantes para la gran mayoría, la cual será actualizada probablemente una o dos veces al mes (o ninguna) y la que sin dudas no aportará nada productivo a la sociedad. Es simplemente un capricho personal: no quería quedarme afuera de la enorme ola de logs que nos invaden dia a dia.
A los visitantes: desde ya mcuhas gracias por su tiempo y dejenme recordarles que todo el contenido incluído tiene derechos de autor (si desean copiar algo sean tan amables de hacer algún tipo de referencia a esta humilde página).
Adio, hasta la próxima